MNCT 926 Inteligencia vs. Intelecto

“Déja el pensamiento a Aquél que dio la inteligencia. En el Silencio hay elocuencia. Deja te tejer y ve cómo mejora el diseño del tejido.”

– Rumi

Inteligencia vs. Intelecto

Esta semana he estado reflexionando sobre la esencia de aquello con lo que mis clientes y estudiantes chocan con más frecuencia en sus intentos de vivir vidas más felices, más sanas y más significativas. Lo que he notado es que incluso después de que la gente ve la naturaleza de dentro hacia afuera de la experiencia – el hecho de que estamos viviendo en el sentimiento de nuestro pensamiento, no el sentimiento de nuestras circunstancias – todavía a menudo tienen dificultades para navegar por el mundo con la facilidad y la gracia que habían esperado.

Por mi parte, reconozco que esta lucha tiene sus raíces en un simple malentendido de las distintas funciones de la mente. Para usar una analogía, nuestras mentes tienen dos modos – receptivo y activo. Cuando nuestra mente personal se encuentra en “modo receptivo”, nuestros pensamientos se asientan y obtenemos acceso a una inteligencia que viene de algún lugar más allá de nuestra base de datos personal y que nos guiará a través de incluso las más difíciles circunstancias. Cuando nuestra “mente personal” está en modo activo, tenemos acceso a nuestro intelecto – una especie de capacidad de procesamiento para filtrar rápidamente a través de la información disponible en aras de encontrar apoyo hacia un resultado específico.

Ambos modos de la mente son útiles, pero la mayoría de nosotros utilizamos la capacidad de procesamiento de la inteligencia como nuestro principal medio para navegar por la vida, mientras que utilizamos la sabiduría rectora de nuestra inteligencia sólo cuando “realmente la necesitamos”.

Escribí sobre mi propio re- equilibrio del sistema en The Inside-Out Revolution de la siguiente manera:

Mientras que intuitivamente reconocía el valor de “volverse estúpido’, también me oponía ferozmente a ello. Mi madre tiene un doctorado en química orgánica en la Universidad de Bruselas, mi hermano comenzó MIT a los 16 años, y mi hermana comenzó Harvard a los 17 años. Nuestra familia valora el intelecto, y antes condenarme a dejarlo a un lado. Después de todo, pensé, mi intelecto es lo que me ha traído hasta donde estoy hoy.

Así que, cuando contraté a una profesional basada en Principios llamada Kristen Mansheim para que me ayudara en la integración de este conocimiento en mi trabajo, pasé demasiado tiempo tratando de convencerla del valor de la inteligencia en general y de mi intelecto, en particular.

Lo que me hizo perder el argumento no fue nada de lo que dijo, sino más bien algo que yo sentí: en medio de mis repetidas embestidas intelectuales contra su molesto escuchar sin prejuicios, de repente me sentí abrumado por una intensa y profunda sensación de paz y tranquilidad.

En el silencio persistente, vi dos cosas muy claramente. La primera fue que reconocí que ese sentimiento de paz había estado presente en varios de mis momentos más críticos en la vida. La segunda fue que, incluso si nunca lo hubiera experimentado antes, gustoso habría cambiado mil victorias intelectuales por inclusive cinco minutos más de descanso en ese mundo de sentimientos más profundos.

La conversación transformadora que se dio después de eso se fue desplegando durante varios meses, y terminé refiriéndome a nuestras sesiones como “topes” o “reductores de velocidad” por la forma en que permitían a mi pensamiento reducir la velocidad y a una inteligencia más profunda fluir a través de las grietas de mi tan cacareado intelecto.

Durante los primeros 40 años de mi vida me habían entrenado a usar mi mente como una sierra eléctrica, llenándola de información y cortando justo a través de los puntos débiles en los argumentos de otras personas sin siquiera darme cuenta de las cicatrices que había acumulado en mi propia psique a lo largo del camino. Ahora empezaba a ver el valor de escuchar sin nada en la cabeza, permitiéndome a mi mismo entrar en un estado reflexivo y receptivo a una sabiduría que parecía existir en algún lugar más allá del alcance de mi propia experiencia.

Mientras que tu re-equilibrio puede parecer un asunto más simple – después de todo, no todo el mundo está tan enamorado de su intelecto como yo – los beneficios son inmediatos y universales. A medida que tu intelecto se asienta y tu inteligencia va ganando terreno, podrás:
sentirte más en paz tener revelaciones más a menudo, tanto simples como profundas ver la vida más “filosóficamente” y tomarte las cosas menos personalmente conectar más profundamente con los demás

Éstos no son objetivos que deben alcanzarse – son el resultado natural del uso de nuestras mentes más en consonancia con su diseño. Tu intelecto estará ahí cuando lo necesites, pero ya no se esforzará tanto por ser la estrella del show en todo momento.

Por mi parte, puedo rastrear casi todo avance que he tenido en mi propio pensamiento hacia la inteligencia más profunda, y también prácticamente cada crisis y estresante recaída a mi incontrolable intelecto. Y aún así, todavía me sorprendo a mi mismo regresando a mis mismos pensamientos de siempre como primer puerto de escala cada vez que me enfrento a un nuevo reto o crisis.

El único consejo que puedo ofrecer, de un intelecto en recuperación a otro que posiblemente esté en la misma situación, es que desde el momento en que te alejes de tus pensamientos y permitas que se asienten, la inteligencia que existe más allá del intelecto estará esperándote, justo en el lugar donde la dejaste …

Diviértete, aprende montones, y ¡feliz exploración!

Con todo mi amor,
Michael