MNCT 931 El puercoespín de la sabiduría
“Aquellos que dejan las huellas más grandes llevan a miles a sus espaldas gritando ‘Buena idea, ¡pero fuiste demasiado lejos!”
-Marvin Bressler
Hay una maravillosa frase del poeta griego Archilochus que generalmente se traduce así:
El zorro sabe muchas cosas, pero el puercoespín sabe sólo una cosa importante.
Mientras que los zorros pueden ser astutos y capaces de idear cientos de estrategias para atrapar incautos y desprevenidos puercoespines para la cena, el puercoespín sólo cuenta con una estrategia de defensa – hacerse un ovillo exponiendo sus puntiagudas espinas y esperar a que el zorro (o cualquier otro depredador) se dé por vencido y se vaya.
En su maravilloso libro Good to Great, el autor e investigador Jim Collins comparte algunas diferencias entre zorros y puercoespines en cuanto a cómo ilustran la manera en que las personas viven sus vidas.
“Los zorros persiguen muchos fines al mismo tiempo y ven el mundo en toda su complejidad. Están “dispersos o difusos, moviéndose en varios niveles”, dice [el ensayista Isaiah] Berlin, y jamás integran su pensamiento en un concepto general o visión unificadora. Por otro lado, los puercoespines simplifican un mundo complejo en una sola idea de organización, un principio básico, un concepto que unifica y guía todo. No importa cuán complejo sea el mundo, el puercoespín reduce todos los retos y dilemas a ideas puercoesín, simples – casi simplistas- . Para un puercoespín, todo lo que de alguna manera no se relaciona a esa idea puercoespín no tiene relevancia…
Para ser claros, los puercoespines no son estúpidos. Al contrario. Entienden que la esencia de las revelaciones profundas es la simplicidad. ¿Qué podría ser más simple que e=mc2? ¿Qué podría ser más simple que la idea de un inconsciente organizado en un id, ego o superego? ¿Qué podría ser más elegante que la fábrica de clavos y la “mano invisible” de Adam Smith? No, los puercoespines no son simplones; tienen una visión penetrante que les permite ver la complejidad y discernir patrones subyacentes. Los puercoespines ven lo esencial e ignoran el resto.”
En la conversación transformadora, en vez de preocuparnos con los cientos de diferentes categorizaciones de los retos con los que la gente se topa, reducimos la vida a sus elementos más fundamentales – los tres principios de Mente, Consciencia y Pensamiento.
Cuando se trata de vivir una vida maravillosa, me parece que tenemos la misma elección que hacer – aprender a diseñar miles de estrategias para la felicidad y el éxito, o encontrar una sola cosa que realmente funcione y llevarla a cabo miles de veces.
La pregunta obvia es:
¿Cuál es esa cosa?
Después de 24 años de coachear personas y grupos de prácticamente todas las áreas de la vida, puedo decir sin temor a equivocarme que las personas a las que les va bien a la larga frecuentemente no son las más inteligentes ni las más cultas. Pueden ser introvertidas o extrovertidas; a todas luces seguras o en apariencia neuróticas e inseguras.
Lo que todas tienen en común es que tienen un inusual grado de confianza en su propio sentido del saber, y una voluntad para seguir a ese sentido a donde los lleve, a veces incluso más allá del borde de un aparente precipicio si ahí es donde los está guiando. En otras palabras, tienen una profunda relación con su sabiduría interior y le tienen una fe implacable.
El hecho de que tantos de nosotros estemos tan desconectados de nuestra sabiduría interior es simplemente el resultado de una vida de “entrenamiento de zorro”. Desde que nacimos se nos ha enseñado, inocentemente, que las respuestas “correctas” a nuestras preguntas más importantes se pueden encontrar en el mundo a nuestro alrededor, que están allá afuera esperándonos si tan sólo podemos encontrarlas. Así que buscamos y buscamos, y por supuesto, hay miles de personas más que deseosas de compartir con nosotros su mejor consejo acerca de cómo encontrar la felicidad, cómo conseguir todo lo que deseamos y cómo ganarle en astucia a los otros zorros para abrirnos campo en el mundo.
Pero mientras tanto, la mente más profunda – nuestra sabiduría interior – está susurrándonos calladamente (y a veces gritándonos) palabras de guía, sentido común y dirección al oído. A veces esa guía toma la forma de un “sí absoluto” o un “no absoluto”, y el proceso de toma de decisiones se lleva a cabo sin esfuerzo alguno. Más a menudo, se me presenta como un sentimiento de “en el buen camino” o “en el mal camino” que me hace saber cuándo detenerme y cuándo saltar con ambos pies, aun si a lo que estoy saltando parece más hondo que yo mismo en ese momento.
Irónicamente, mientras más pensamos en ella, más difícil se vuelve escucharla; por eso la mayoría de nosotros sabe de manera intuitiva que cuando el resultado importa, vale la pena pausar, respirar y dejar que las cosas se asienten antes de decidir seguir adelante o retirarnos de la jugada. Aún cuando perdemos nuestro camino, la sabiduría nunca nos abandona. Y cuando estamos absolutamente seguros que la relación con nuestra sabiduría y nuestra fe en ella es todo lo que necesitamos para vivir una vida rica en significado, propósito y alegría, todo se vuelve más fácil.
El zorro de nuestra astucia no necesita ser alimentado tan a menudo, y empezamos a pasar más y más tiempo atendiendo al puercoespín de la sabiduría. Mientras más miramos hacia adentro, más vemos; mientras más vemos, más fácil resulta mirar hacia adentro. Y la vida mejora, momento a momento y un precioso día a la vez.
Con todo mi amor,
Michael