MNCT 939 El problema de pensar acerca de pensar.

“I never wanted to be the great guy or the colorful guy or the interesting guy. I wanted to be the guy who won titles.”

– Pete Sampras

 

Como parte del último fin de semana de Supercoach Academy, uno de nuestros maestros invitados, George Pransky, compartió una historia acerca de una conversación que un amigo suyo había tenido con el campeón de tennis Pete Sampras. Su amigo le preguntó a Sampras cómo hacía para permanecer tan tranquilo en la cancha, a diferencia de sus colega, que parecían sentir la emoción de la victoria o la agonía del fracaso después de cada punto.

Sampras se rió y dijo que sus pensamientos y emociones eran un caos cuando jugaba, igual que las de todo el mundo. Sin creerle por completo, el amigo de George llevó la pregunta más allá.

“¿Afecta la calidad de tu juego?”, preguntó.

“Absolutamente”, respondió Sampras. “Si me enredo demasiado en mis pensamientos o en un mal humor, juego mucho peor.”

“Bien, ¿qué pasaría si te enredaras durante el match point, el punto decisivo del juego?”

“Probablemente perdería el juego,” dijo Sampras.

“Pero si tienes tanto pensamiento y emoción como cualquier otro jugador, ¿por qué no parece afectarte tanto?”

Sampras reflexionó por un momento y respondió “Porque a mi en realidad no me importa lo que pienso o qué experiencia estoy teniendo. Muchos de los otros – parece importarles mucho.”

Completamente confundido, el amigo de George hizo una última pregunta.

“Pero si no te importa lo que piensas o tu experiencia, ¿qué te importa?”

Sampras sonrió. “Jugar tennis. Me importa jugar tennis.”

Para mi, este pequeño intercambio de puntos apunta a una verdad fundamental acerca de los seres humanos:

Vivimos en el sentimiento de nuestro pensamiento, pero el impacto que este hecho puede tener en nuestra eficacia o nuestra calidad de vida será en función de cuánto nos importe cada pensamiento o experiencia que estamos teniendo en particular.

Esto suena más complicado de lo que es, así que permítanme decirlo de otra manera.

Cuando trabajaba como actor, solía ponerme tan nervioso antes de subir al escenario que experimentaba fuertes nauseas. Intenté todo para calmar mis nervios, desde meditación hasta Programación Neuro Lingüística pasando por un trago de licor. Con el tiempo, fue mejorando, pero siempre en busca de nuevas maneras de manejar mi pánico escénico.

Este mes de abril, estaba tras bambalinas en TEDx Bend, preparándome para dar una plática llamada “Why Aren´t We Awesomer?” a unas 1500 personas. Me encontraba de pie junto a otros conferencistas – un astronauta, un surfista, y un apicultor. Como era de esperarse, la conversación giro en torno al miedo escénico, algo que todos habíamos experimentado de una u otra manera. Lo que me tomó desprevenido fue que el astronauta y el surfista empezaron a intercambiar historias de accesos de vómito antes de eventos significativos (como surfear una ola de 50 pies o ser lanzado al espacio) como si fuera sólo otra parte divertida de la experiencia. Aunque han pasado años desde la última vez que de hecho vomité antes de un trabajo, nunca se me había ocurrido que no tenía que convertir el hecho en un problema.

Y esto apunta hacia una verdad universal:

No es nuestro pensamiento y nuestra experiencia de momento a momento lo que determina la calidad de nuestra vida – es cuánto pensamos que esa experiencia importa.

Cuando reconocemos que nuestros pensamientos están diseñados para fluir con el momento, es más fácil aceptar el hecho de que algunos de esos pensamientos serán “negativos”, y traerán consigo sentimientos y experiencias que puede que no disfrutemos tanto como otras. Pero no nos metemos en un problema sino hasta que decidimos que no deberíamos estarlos teniendo.

Aquí les dejo un par de preguntas para reflexionar durante esta semana:

1. Dado el vasto rango de pensamientos, sentimientos y experiencias que tienes diariamente, ¿cómo sabes cuáles deben de preocuparte y cuáles puedes simplemente marcar como “experiencia” y dejar que pasen sin dedicarles otro pensamiento?

2. ¿Y si de hecho no tuvieras que preocuparte por ninguna de ellas?

¡Diviértete, aprende montones y feliz exploración!

Con todo mi amor,
Michael