MNCT 956 La regla de las dos semanas.

MNCT 956 La regla de las dos semanas.

 

“La curación es cuestión de tiempo, pero también a veces es cuestión de oportunidad.”

– Hipócrates

 

Durante muchos años ofrecí a mis clientes sesiones de coaching semanales. Mi teoría era que parte del valor del coaching está en lo que llamamos “el efecto del poste de luz” – si le cuentas tus anhelos, sueños y problemas a un poste de luz cada semana, el simple acto de quitarte su peso de encima y dejar tu mente libre y clara te guiará hacia más ideas inspiradoras y una vida mejor.

Pero hace unos años me empecé a dar cuenta de que muchos de los retos que mis clientes estaban trayendo a las sesiones parecían forzados e incluso un tanto falsos. Cuando un escritor de cine quiso usar una sesión más para discutir la forma en que iba a organizar los lugares donde los invitados se iban a sentar en el Bar Mitzvah de su hijo, finalmente se me ocurrió preguntarle por qué diablos pensaba que ese era un problema digno de nuestro tiempo juntos. Admitió, algo avergonzado, que todo iba de maravilla, pero que no quería desperdiciar nuestras sesiones, por lo que iba buscando problemas en los que pudiésemos trabajar cuando nos encontrábamos.

Fue más o menos en ese tiempo que recordé la “regla de las dos semanas”. La abuela de mi esposa, Elsie McGivern, fue una temprana proponente de la homeopatía en el Reino Unido durante los años 20s. Si bien yo no escuché hablar de homeopatía mientras crecía, me volví fan poco después de mudarme a Inglaterra y habiendo podido curar de manera efectiva una condición que había tenido toda la vida colocando pequeñísimas píldoras blancas bajo la lengua 3 o 4 veces al día.

Una de las actitudes más poco comunes que mi esposa desarrolló para con las dolencias físicas y a través de sus conversaciones con Elsie mientras crecía, fue lo que llamaba “la regla de las dos semanas”. En sí, la idea es que el cuerpo está diseñado para curarse a si mismo y que la mayoría de los síntomas que experimentamos son, de hecho, parte de los esfuerzos del cuerpo por corregirse a si mismo. La fiebre es el intento del cuerpo por quemar toxinas; el vómito y la diarrea son el intento del cuerpo por liberarse de toxinas de manera más directa.

Así que cada vez que alguno de nosotros se enfermaba o empezaba a presentar síntomas inusuales, a menos de que hubiera alguna preocupación de que la situación pudiera atentar contra la vida, dejábamos al cuerpo seguir su propia inteligencia, proporcionándole el tiempo y el espacio para curarse. Invariablemente, mucho antes de que transcurrieran las dos semanas, estábamos de pie, los síntomas cedían; en las raras ocasiones en las que no sucedió así, buscábamos y recibíamos un diagnóstico y atención médica adecuada.

Si bien esto puede o no ser una buena práctica (no soy doctor y no estoy ofreciendo esto como consejo médico de ningún tipo), he caído en cuenta de que “la regla de las dos semanas” aplica muy bien al coaching, y a otras formas de mejoramiento también. Al hablar menos seguido con mis clientes, tienen más tiempo para experimentar por sí mismos el poder auto-corrector de la mente.

Uno de los contras de una cultura del auto-mejoramiento y de las prácticas de conciencia propia, como las afirmaciones, la meditación, y el mindfulness es que nos volvemos hiper-sensitivos a cualquier cambio en nuestra visión o nuestro humor.

La conciencia propia pronto se convierte en auto-atención, y empezamos a preocuparnos de que “no podemos darnos el lujo de un pensamiento negativo” o que nuestro mal humor significa que debemos hacer grandes cambios de vida si es que alguna vez queremos volver a ser felices.

Recuerdo en particular una sesión con un cliente, director general, que se pasó los primeros quince minutos de nuestro tiempo juntos enumerando todas los males mentales y circunstanciales por los que había pasado desde nuestra última sesión. Había batallado para mantenerse enfocado en el trabajo, varias juntas clave habían ido mal, y su sueño había sido errático. Cuando terminó su letanía, reflexioné un momento y luego le pregunté “¿Otra manera de decir eso sería que has tenido una muy mala semana?”

Después de una larga pausa en la que me empecé a preocupar de haberlo ofendido, estalló en una carcajada. Lo que vio fue que en cualquier semana, todos tenemos altas y bajas – cosas que salen como esperábamos y cosas que no; tormentas de pensamiento y pesadillas diurnas por un lado, fantasías felices y momentos de paz interior y tranquilidad mental a en otros. El truco, como ha dicho mi mentor George Pransky, es aprender a ser agradecido por las altas y a pasar con gracia las bajas. El resto de las sesiones con el director general se sucedieron en un más alto estado de conciencia, enfocados en las posibilidades de los días y las semanas por venir.

En mi propia vida he visto que mientras que dos semanas es un rango de tiempo arbitrario, la capacidad de la mente de auto-corregirse es absolutamente consistente. No necesitamos hacer nada para permanecer en el juego, tomando en cuenta nuestro estado mental sin tomarlo demasiado en serio. Pronto, nuestro “apestoso pensamiento” se ha disipado, nuestro humor ha mejorado, y nos encontramos, una vez más, viviendo en un mundo de infinitas posibilidades.

Experimenta esto por ti mismo durante las próximas dos semanas. Haz una lista de lo que te afecta hoy y vuelve a checarla al final del mes para ver cuánto de lo que había en tu lista se ha curado por sí mismo. En vez de andar tomando continuamente tu temperatura mental y de andarte preocupando si sientes algo de calor bajo el cuello de la camisa, vive tu vida.

Diviértete, aprende montones. Puede que descubras que el mundo sigue girando y que tu “sistema inmunológico psicológico” se puede cuidar a si mismo mucho mejor de lo que habías imaginado.

Con todo mi amor,
Michael

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