MNCT 971 – ¿Se puede aplicar la ingeniería inversa a la felicidad?.
“No importa cuán hermosa sea tu teoría, no importa cuán inteligente seas. Si no está en acuerdo con el experimento, está equivocada.”
– Richard P. Feynman
“La ingeniería inversa” es un término que se utiliza para describir el proceso de desarmar algo para ver cómo funciona para después poder copiarlo o mejorarlo. Si bien tradicionalmente se usa en el contexto de manufactura o computación, hay un creciente número de disciplinas psicológicas que intenta mejorar ciertos rasgos, actitudes y habilidades cognitivas a través del estudio de personas exitosas en un intento por “revertir la ingeniería” de los rasgos y hacerlos más accesibles a todos.
Uno de los intentos más exitosos en este sentido fue el del Dr. Richard Bandler, comúnmente conocido como Programación Neuro Lingüística o NLP. Uno de los grande avances del Dr. Bandler se dio al estudiar a personas que habían superado sus fobias. Después de una serie de 50 entrevistas, descubrió que había habido un cambio específico y predecible en la manera en que cada una de estas personas ahora pensaba acerca de aquello que anteriormente había evocado en ellos una respuesta de miedo tan fuerte. Provocando de manera deliberada ese cambio, conocido como disociación visual/kinestética, el Dr. Bandler y sus alumnos (en algún momento yo entre ellos) pueden eliminar de manera consistente o reducir considerablemente las respuestas de fobia en los clientes y pacientes.
Así que la pregunta, para mi, no es si la ingeniería inversa “funciona” en la psicología – la pregunta es qué tan lejos se le puede llevar en tanto que enfoque.
Por ejemplo, están apareciendo un número creciente de técnicas bajo el concepto de “Psicología Positiva” que claman demostrar que podemos aprender a ser felices copiando los comportamientos de las personas felices. Por ejemplo, la gente feliz a menudo es agradecida por mucho de lo que sucede en sus vidas. Así que, de acuerdo a la teoría de la ingeniería inversa, si escribimos listas de gratitud y cultivamos una “actitud de gratitud”, nosotros también seremos más felices. Si bien hay mucha evidencia acerca de la eficacia de las listas de gratitud en cuanto a ayudar a las personas a lidiar con la depresión, ¿podrán llevarnos hasta la felicidad?
Estudiar a las personas felices parece un gran paso hacia adelante del estudiar personas que sufren de alguna enfermedad psicológica, por lo que podría parecer mezquino cuestionar la efectividad de las técnicas que ha producido. Sin embargo, en mi experiencia, practicar estas “técnicas para la felicidad” tiene un notable parecido con lo que el físico Richard Feynman llamó “ciencia del culto al cargamento”.
En un discurso en la graduación de Cal Tech, Feynman dijo:
“En los Mares del Sur hay una cultura de culto al cargamento. Durante la guerra, vieron llegar aviones de carga con muchos buenos productos, y quieren que ahora suceda lo mismo. Así que se las han arreglado para hacer pistas de aterrizaje, para prender fuegos a lo largo de las pistas, para construir una choza donde se pueda sentar un hombre con dos piezas de madera en la cabeza para simular audífonos y varas de bambú como antenas — es el controlador— y esperan a que aterricen aviones.
Están haciendo todo bien. La forma es perfecta. Se ve exactamente igual que se veía antes. Pero no funciona. No aterriza ningún avión. Por eso llamo a esto la ciencia del culto al cargamento, porque sigue todos los preceptos aparentes y las formas de investigación científica, pero les falta algo esencial, porque los aviones no aterrizan.”
En mi propio trabajo, en un inicio desarrollé una serie de estas técnicas y las compartí bajo el irónico nombre de “Prozac para el comportamiento”, porque me parecía que cuando se practicaban de forma consistente ayudaban a mantener la depresión y las emociones extremadamente negativas —mías y de mis clientes— al margen.
Pero había un problema intrínseco. Cuando más necesitábamos las técnicas era cuando menos inclinados nos sentíamos a utilizarlas, así que necesitábamos técnicas adicionales par motivarnos a practicar cuando realmente no queríamos. Si esas técnicas no funcionaban, había que buscar o inventar nuevas.
En retrospectiva, esto es como si el chamán del “culto al cargamento” prescribiera cáscaras de coco en vez de piezas de madera para simular los audífonos cuando resulta que los aviones siguen sin aterrizar. Dentro del malentendido acerca de dónde proviene el cargamento, parecería un ajuste razonable, pero cuando sabes realmente de dónde viene, el malentendido resulta obvio (y algo encantador).
Sentarse en una choza junto a una pista de aterrizaje tiene pocas posibilidades de atraer un avión lleno de cargamento a tu pequeña isla a menos de que corras con mucha suerte; copiar el comportamiento que las personas felices realizan de forma espontánea rara vez te hará sentir feliz, aunque definitivamente te anima en el momento y te distrae de lo miserable que has sido.
Así que, ¿cuál es la solución?
En mi experiencia, en la medida en que las personas dirigen su mirada hacia sus momentos de felicidad y bienestar espontáneos, más parecen ocurrir. Y cuando ven más allá de lo que están pensando o haciendo en esos momentos hacia el origen de esa felicidad y bienestar, inevitablemente se dan cuenta de que parece no venir de ningún lado, que llega espontáneamente como cuando los rayos del sol logran pasar a través de las nubes en un día gris y tempestuoso.
Parece que no tenemos que hacer nada en particular para ser felices – simplemente observar de dónde viene la felicidad en nuestro interior y dejarla brillar a través de las nubes de nuestro pensamiento por más y más tiempo.
Juega con esto tú mismo – me interesaría mucho escuchar lo que descubres en el grupo de Facebook Inside-Out Community .
Con todo mi amor,
Michael.