MNCT 974 – Un enfoque diferente sobre el bloqueo de escritor.

MNCT 974 – Un enfoque diferente sobre el bloqueo de escritor.

“Sorfear puede ser un trabajo pesado, pero date cuenta que el que carga el mayor peso es el mar.”

– Clarance Thompson

(En honor del reciente Hay House Writer´s Workshop, esta semana estoy volviendo a compartir una versión revisada de una mi tips más populares para escritores y personas involucradas en prácticamente cualquier tipo de trabajo creativo…)

Desde que empecé a escribir de forma regular hace casi quince años, he escrito mucho más de un millón de palabras, publicado más de mil entradas de blog, y contribuido en más de una docena de libros escribiendo de una u otra manera. Y sin embargo, cada vez que me siento a escribir frente a una pantalla de computadora en blanco, me pregunto si esta vez las palabras fluirán. En cuatro de cada cinco días, fluyen, y puedo completar lo que voy a escribir ese día en una sola sesión ininterrumpida. Ah, pero ese quinto día…

Ese quinto día, soy un idiota. Un estúpido. Un charlatán. Un pretencioso. ¿Quién me creo que soy para escribir como si lo que tengo que decir fuera de utilidad y de valor para el mundo? Un verdadero escritor sólo escribiría, sin importar qué tan inspirado estuviera. Un verdadero escritor golpearía el teclado y oscurecería la página, sin importarte la calidad, simplemente poniendo palabras en el papel y confundo en el proceso. Y sin embargo…

Para mi, escribir cuando no estoy inspirado es un acto de destrucción del alma. Cada palabra vacía que pongo en papel es un clavo en el sarcófago de mi autoestima, una prueba más de que mis dudas y temores son más reales que mis esperanzas y sueños. Así que en algún momento del camino, como al medio millón de palabras y media docena de años, empecé a ser un poco más amable conmigo mismo. Aprendí a identificar cuando estoy vacío, a admitir la derrota, a rendirme a la resistencia y a perder “la guerra del arte”. Pero al perder la guerra, gano la batalla. Vivo para escribir un día más.

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En El Arte de la Guerra, Sun Tzu dice que “lo que resulta esencial en la guerra es la victoria, no las operaciones prolongadas.” Sé por experiencia que cuando estoy inspirado y en claridad, puedo escribir tres capítulos en el tiempo que me toma esbozar un párrafo cuando no lo estoy. Así que cuando no sé qué escribir, espero. Ignoro los fantasmas de Balzac y Somerset Maugham e incluso mi héroe moderno, Steven Pressfield, cada uno alabando la disciplina y exhortándome a “seguir escribiendo” con las voces firmes e insistentes que les he inventado en mi cabeza.

En vez de eso, escucho la voz imaginaria de la poetisa Ruth Stone, que podía “sentir y escuchar un poema venir hacia ella desde más allá del horizonte… como un estruendoso tren de aire…” y correr como rayo a encontrar pluma y papel “lo suficientemente rápido como para que cuando tronase a través de ella, pudiera contenerlo y sostenerlo en la página.”

Busco, pues, la voz de la inspiración, y si no la escucho me alejo de mi computadora tan rápido como puedo antes de mancharla con la sangre de mis estragos. No quiero “sobrepasar la resistencia” – quiero canalizar la voz de Dios desde el éter hasta la página tan rápido como mis dedos puedan. Esto implica que, a veces, necesito ir a la iglesia antes de poder predicar.

El domingo pasado, mi iglesia fue un sendero en las montañas de Santa Mónica; la vez anterior fue un Starbucks con cómodas sillas y un amigable barista. Lo importante no es la locación – es el sentimiento. Es un lugar en el que puedo dejar que mis pensamientos se aventuren lejos del dragón y recordar que no escribo porque tengo que hacerlo; escribo porque quiero y porque puedo. Tan pronto como olvido que “se supone” que debo ser un escritor, recuerdo cuánto me gusta abrir el flujo creativo y averiguar qué pasa después.

Así que la próxima vez que te encuentres atorado, no te pongas a arar ni tampoco te rindas. Da un paso atrás y dale una oportunidad al infinito potencial creativo de la mente humana. Podrías terminar gratamente sorprendido de lo que pasa a través tuyo…

Con todo mi amor,
Michael.

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