MNCT 958 – Nous Sommes Humanos

MNCT 958 – Nous Sommes Humanos

 

“El Dios que existió antes de toda religión cuenta contigo para dar a conocer y celebrar la unicidad de la familia humana.”

– Desmond Tutu

 

Al igual que millones de personas en todo el mundo, quedé horrorizado y asqueado por el asesinato de doce personas en un ataque contra las oficinas de la revista satírica francesa Charlie Hebdo hace un par de semanas. Estaba igualmente conmovido por las expresiones de solidaridad y humanidad que le siguieron, los gritos de “Je Suis Charlie” llenando las calles de París, las revistas y periódicos del mundo, y la solapa de la chaqueta de George Clooney.

Entonces eché un vistazo a los archivos de Charlie Hebdo y me di cuenta que no me gustaba mucho lo que tenían que decir. Su particular forma de “burlarse” de las religiones del mundo era demasiado hiriente y no lo suficientemente graciosa para mi visión personal del mundo. Pero es justamente en el reconocimiento de que una visión del mundo es sólo eso – una visión del mundo que no necesariamente es compartida por todas las personas buenas, amorosas, y de mente recta – donde creo que reside la última esperanza de la humanidad.

Hay un nivel más profundo de la verdad en el que podemos conectarnos por el siempre hecho de ser humanos incluso cuando nuestras creencias y puntos de vista parecen dividirnos. La primera vez que caí en cuenta de este hecho fue en la noche de uno de los últimos días de agosto de 1997, mi hija mayor nació en un pequeño hospital en el centro de Londres. Veinticuatro horas más tarde hubo un accidente de coche en París que cobró la vida de Dodi Al-Fayed, Henri Paul, y Diana Spencer. Cuando regresé al hospital a la mañana siguiente, mi esposa me dijo que una enfermera había entrado a su habitación en el medio de la noche llorando y diciendo “¡Despierta! – ¡La princesa ha muerto”

Si bien esa noche está grabada en mi memoria por otros motivos, siempre recordaré el estar viendo el funeral de Diana en la televisión una semana más tarde y después llevar a nuestro nuevo bebé en su carriola a tomar un poco de aire fresco. Las calles estaban llenas de personas que salían de sus casas después de haber visto el funeral. Aquél día había entre todos nosotros un vínculo que nunca antes había sentido, ni fuera de un estadio de fútbol o rally – un sentido de nuestra humanidad común, independiente de nuestros puntos de vista con respecto a la monarquía o las sensibilidades políticas que habíamos desarrollado a lo largo del camino. Vecinos con quienes no habíamos hablado nunca a pesar de haber vivido lado a lado durante años se unían a nuestro paseo ,y las calles estaban literalmente llenas de personas que no deseaba más que sentir que no estaban solas.

Desde entonces he sentido la misma conexión varias veces. Después de que los aviones se estrellaron contra el World Trade Center en 2001, todos en Los Ángeles parecían perdonarse unos a otros casi cualquier transgresión con tal rapidez que los conductores en las autopistas incluso me saludaban y me animaban a pasar antes que ellos, algo que nunca he experimentado antes o después.

Sentado en una sala de salidas internacionales en la noche electoral del 2008, una ovación inundó el aeropuerto y nos informó que Barack Hussein Obama acababa de ser declarado presidente de los Estados Unidos. Conforme cada extraño se volvía hacia otro para compartirle la noticia, un hombre de Europa del Este, muy emocionado, se acercó a mí para estrechar mi mano y me dijo: “¡Hoy, todos somos americanos!”

Más recientemente, lo experimenté en los confines de la unidad de pandillas en una prisión de máxima seguridad en el norte de California. Me habían invitado a hablar con los presos sobre las ideas de mi libro, The Inside-Out Revolution, y a pesar de que sí sentí algún recelo cuando mi hijo y yo tuvimos que firmar un liberador de responsabilidad en el que reconocíamos que si éramos tomados como rehenes nuestra liberación segura no sería negociada, yo realmente tenía ganas de compartir los principios de lo que somos en esencia, antes de crecer y comenzar a vivir en nuestras realidades cada vez más separadas.

La conversación parecía ir bien hasta que un hombre particularmente grande, con muchos tatuajes, que llevaba los pantalones rojos que le identificaban ante los guardias y los otros presos como un asesino convicto, levantó la mano enojado desde fondo del salón y dijo: “A mí me suena a que te estás burlando de Jesús “.

La habitación se hundió en un silencio incómodo, y cuando le pedí que me explicara lo que quería decir, dijo que yo estaba sugiriendo que todas las personas éramos parte de una energía más grande, que existe antes de la formación de cualquier afiliación, religión o sistema de creencias espirituales en particular. Cuando nuestras mentes consiguen tranquilizarse y somos capaces de conectar con la vida a este nivel, nuestros pesares desaparecen, al menos por esos momentos, y nos sentimos profundamente conectado con la vida y con los demás, a pesar de nuestras diferencias.

Para mi sorpresa, dijo que también esa era su experiencia. La diferencia era que yo estaba llamando a esta energía “Mente Universal”, no “Dios”, y él sabía que la tranquilidad de la que yo hablaba sólo se puede acceder a través de su Señor y Salvador Jesucristo, mientras que yo estaba diciendo que estaba disponible a todo el mundo, independientemente de lo que creyese.

Me tomé un momento para ordenar mis pensamientos, y cuando lo miré a los ojos pude ver que debajo de su miedo e incertidumbre, había un deseo genuino de entender lo que yo estaba diciendo. Le dije que yo no podía defender mi versión acerca de lo que esta energía espiritual realmente es o de dónde proviene de una mejor manera o de forma más precisa que él. Pero me conmovió el descubrir que alguien a quien consideraba tan enteramente diferente a mi había visto las mismas verdades que yo acerca de la energía detrás de la vida, a pesar de que tenía una explicación diferente acerca de lo que era o de cómo se producía.

Les compartí también que, antes de ir a hablar con ellos a la cárcel, un grupo de personas me había cuestionado acerca de qué podría un hombre blanco de clase media originario de una pequeña ciudad de Nueva Inglaterra compartirle a pandilleros callejeros del centro de la ciudad que les fuera de valor. Al principio me sentí inclinado a creer que tenían razón, pero entonces se me ocurrió que a pesar de que yo no había hecho nada de lo que ellos habían hecho, sí me había sentido como ellos se han sentido. Al igual que ellos, quería amar y ser amado. Al igual que ellos quería experimentar más alegría y menos sufrimiento en mi vida. Y al igual que ellos, quería sentirme en paz conmigo mismo y en el mundo.

La sala se quedó muy quieta y en silencio, tanto que incluso mi hijo me preguntó al respecto más tarde. Me pareció que, en ese momento, todos en la sala habíamos despertado de nuestros mundos separados, creados por nuestro pensamiento independiente, y nos encontrábamos en la verdad más profunda de nuestra humanidad compartida. Cuando eso sucede experimentamos la paz y el tipo de conexión que CS Lewis describió al escribir “La amistad nace en el momento en que un hombre le dice a otro “¡Qué! ¿Tú también? Pensé que yo era el único.”

Así que “Je Ne Suis Pas Charlie” – pero no necesito estar de pie al lado de los que defienden el derecho a hablar como hablamos y a creer lo que creemos. Porque al final, más importante que cualquier cosa que yo crea personalmente acerca de lo que define lo bueno, lo malo, lo correcto o lo incorrecto, “Nous Sommes Humanos”.

Con todo mi amor,

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