MNCT 978 – Lo que los 3 Cerditos tienen que ver con la Felicidad y el Éxito, parte 2.

MNCT 978 – Lo que los 3 Cerditos tienen que ver con la Felicidad y el Éxito, parte 2.

“La aventura viene sin garantías ni promesas. El riesgo y la recompensa son gemelos unidos — y es por eso que mi consejo favorito necesita traducción pero no renuncia: Fortes fortuna juvat. ´La fortuna favorece a los valerosos´, declaró el antiguo dramaturgo romano Terrence. En otras palabras, hay muchas buenas razones para lanzar tu vida al aire y ver cómo aterriza. Nada más no permitas que el miedo sea una de ellas.”

– Mary South

En la primera parte de este tip (si no la leíste lo puedes hacer aquí), compartí la historia de los tres cerditos en tanto que metáfora para cómo la gente, inocentemente, trata de encontrar seguridad y bienestar en el mundo de la forma. Al final del tip, hice una pregunta que espero haya sido provocativa para ustedes:

¿Cómo cambiaría tu historia si descubrieras que el “lobo malo” no es real?

Mientras la mayoría de nosotros pasamos nuestro tiempo debatiendo e intentando implementar la mejor estrategia para mantener al lobo lejos de nuestra puerta, la pregunta acerca de la existencia del lobo raramente se presenta.

“Por supuesto que el lobo existe,” dicen los pensamientos temerosos acerca del cuerpo desde el interior de la casa de paja. “Después de todo, las enfermedades van en aumento en este mundo que cada vez más tóxico. Si bajamos la guardia por un momento, ¡el lobo franqueará las paredes del templo del cuerpo y nos comerá desde dentro!”

Y efectivamente, todo lo que nace morirá – polvo eres y al polvo regresarás.

“Por supuesto que el lobo existe,” dicen los pensamientos temerosos acerca de morir solo desde el interior de la casa de palos. “Si nunca encuentro al hombre o a la mujer ideal o si él o ella me deja, si no tengo hijos o si éstos me abandonan, ¡el lobo se comerá mi espíritu y me dejará sola hasta que me pudra!”

Y efectivamente, hay gente que muere sola, o rodeada de extraños que apenas los conocen y no los extrañarán cuando se hayan ido.

“Por supuesto que el lobo existe,” dicen los pensamientos temerosos acera de la pobreza y la carencia desde el interior de la casa de ladrillos. “Todo el mundo sabe que el lobo amenaza a los pobres – el mundo de allá afuera es uno en el que los lobos se comen a los cerdos, ¡y sin dinero nunca podrás estar seguro!”

Y efectivamente, los pobres con frecuencia son explotados por los ricos, y no todos tenemos acceso a recursos básicos, como comida y servicios médicos.

¿Por qué entonces me atrevo a sugerir siquiera que “el lobo” puede no ser real?

Por la misma razón que puedo decir con cierta confianza que tú no eres un cerdito.

Cuando empiezas a ver que cualquier escenario atemorizante que te puedas imaginar no se puede experimentar más que en tu imaginación, entonces emerge una verdad muy simple:

No necesitas tener miedo.

Con esto no quiero decir que nunca vas a sentir miedo, que no puedes sentir miedo, o que no debas sentir miedo. Pero cuando dejamos que sea el miedo quien moldee nuestra vida, ésta se empieza a tornar agria y angosta.

En un mundo libre de lobos malos, somos libres de cometer errores y nos volvemos propensos a felices accidentes. Podemos escuchar nuestra sabiduría por sobre el ruido de nuestro pensamiento temeroso, y podemos conectar con un espacio de amor dentro de nosotros mismos que nos conecta con una red invisible a todo ser vivo en el planeta.

Y el sabor del amor llega a nuestros labios, y todo lo que besamos sabe a cerezas dulces, y hasta a la píldora más agria le encontramos tintes de alegría.

En The Inside-Out Revolution, expresé lo que se siente estar en el mundo cuando reconocemos que la felicidad es nuestro estado natural y que el éxito es un juego que se juega mejor con el dinero de la casa:

Sin que yo tenga que hacer nada al respecto, el sol sale por la mañana y las estrellas brillan por la noche. Incluso antes de que yo me levante de la cama, la Tierra ya giró un tercio de vuelta alrededor de su eje y seis billones de personas han hecho su mejor esfuerzo para incrementar la felicidad y mitigar el sufrimiento.

Y puesto que no estoy a cargo, me relajo y disfruto del paseo. En lugar de acobardarme ante el reconocimiento de mi propia debilidad e incluso impotencia frente a fuerzas mucho más grandes que yo, me libero. Soy libre de apreciar mi vida cuando las cosas me funcionan y de manejarlas con gracia cuando no me funcionan. Soy libre de amar y contribuir a las personas cuando se comportan de la manera que quiero que lo hagan, y continuar amándolos y contribuyendo a ellos cuando no lo hacen. Soy libre de salir y crear la vida que quiero cuando las cosas parecen sencillas, y soy libre de seguir avanzando en esa dirección o de rendirme y regresar a una página en blanco cuando parecen difíciles.

Y al final, eso me parece que es el centro de todos nuestros deseos: la libertad de poder disfrutar nuestra vida y de contribuir al todo en la salud y en la enfermedad, (solo o con otros), en la riqueza y en la pobreza, de la mejor manera que podamos hacerlo y por todo el tiempo que estemos aquí. Cómo resulten finalmente las cosas no depende de nosotros. Nunca fue así. Pero si hacemos nuestra parte, es notable cuán lejos podemos llegar.

Con todo mi amor,
Michael.

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